El sábado Débler presentó en casa, en Madrid, su último disco "Somnia". Un show que estuvo repleto de invitados y que colgó el cartel de "sold out"... ¿Nos lo íbamos a perder?

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Eran las 19:30 cuando llegaba a las puertas de la sala Cool Stage para ver a Débler en lo que es la presentación oficial de su último trabajo “Somnia” y que analizamos aquí. Una cola inmensa (no me arriesgo a dar datos) cargada de diferentes generaciones esperaba para entrar. Variedad de generaciones, pero donde sin duda abundaba una, llamemos, adolescencia (y la adolescencia ahora dura demasiados años). Perdonad si digo que a mí, que ya paso de la treintena, me alegra ver a niños, pero que prefiere estar alejado de adolescentes (algunos incluso esperando en la puerta desde las 10 de la mañana, según pude escuchar en dicha cola), por lo que no me entusiasmaba mucho.

A las 20:05 se producía la apertura de puertas, y en orden fuimos entrando en, digamos, una sala con aspecto ochentero donde las baldosas del suelo se levantaban literalmente. Estas baldosas no eran baldosas al uso, sino que eran una especie de baldosas con luz por lo que debajo de la baldosa quedaba un hueco donde podías meter el pie. Me pareció muy peligroso.E incluso dudo que eso pase las revisiones de seguridad pertinentes. Mal empezaba aquello, a pesar de que la sala estaba con más de la mitad del aforo cubierto.

Si pasamos directamente al concierto, a las 21:00 aparecía el grupo con un atuendo victoriano al más puro estilo “Sweeney Todd”, película que homenajea el disco que presentaban. Esta ambientación que conseguían con la vestimenta, era complementada con un vídeo lleno de imágenes que encajaban a la perfección con el espectáculo. Aprovecho para decir, que la historia que cuenta en el vídeo sobre Sweeney Todd, debería haber sido incluida en el libreto del disco. El grupo es joven, pero le sobra talento y capacidad de levantar a las masas con una conexión perfecta, ya no sólo con el público, sino entre ellos mismos, demostrando en más de una vez, que no sólo son compañeros, sino que son amigos.

No nos engañemos, Débler, tienen muy buenas composiciones, pero todas proyectan ese aire adolescente que, como ya dije, se reflejaba en buena parte del público y que pasó al propio ambiente. Y es que aquello llegó a parecer en alguna ocasión un concierto de Justin Bieber, donde el público coreaba uno a uno los nombres de los músicos como auténticos grupis. Y quiero insistir en que son temas muy divertidos (salvo “La Procesión de los Borrachos” que aunque funciona a la perfección en directo, es lo más flojo del disco) y bien elaborados.

Una vez dicho esto, tengo que añadir que Débler tocó completamente su segundo disco y que intercaló con alguna canción de “Noctem Diaboli” su primer trabajo. Pero antes de pasar a las colaboraciones, quiero resaltar un tema. Y es que “Rosas Color Marfil” es de esas baladas que cortan la respiración, y que sin duda, podría situar entre las diez mejores baladas de metal españolas de todos los tiempos.

Pudimos ver la colaboración de Javi Díez, teclista de Mägo de Oz en esta “Rosas Color Marfil”, Aylin antigua componente de Sirenia, en “Mar de Lágrimas” y “Somnia”, Zeta y Diego Palacio, voz, y flauta de Mägo de Oz en “La Procesión de los Borrachos” y este último en “Somnia”, Manuel Seoane de Burning Kingdom en “Renacer del Alma” y “Somnia”, un magnífico duelo de violín entre Dani y Guille Manzanares de Irish Treble simulando ser dos jedis con violín y que quedó además de vistoso muy original. Aunque, salvando ese momento, colocar una fila de leds rojos en el arco del violín es bastante hortera. Y cómo no, allí entre bambalinas estaba Txus Di Fellatio al que los chavales agradecieron toda la ayuda. Y la verdad es que a mí me da igual quién les produzca el disco, pero creo que para el próximo no deben dejar que Txus meta mano en la composición de melodías, porque pueden acabar convirtiéndose en un grupo paralelo a Mägo de Oz, y perder la identidad.

Antes de llegar al final de la crónica, quiero destacar a Nelson, su batería porque me sorprendió cómo a pesar de aporrear su instrumento durante casi dos horas, el chaval no perdía ni la sonrisa, ni la fuerza. Me recordó a esos anuncios de Teletienda en el que un cuchillo corta el acero como si fuera mantequilla.

Después de ese tema de más de siete minutos que da título a su último disco, el concierto terminó. Eran poco menos de las 23:00 y yo espero que sigan con el buen trabajo que están haciendo, porque tienen actitudes y aptitudes de sobra para llegar a lo más alto. Ojalá lo consigan.

 

Crónica y fotos: nonamed