El pasado sábado pudimos disfrutar en Madrid del directo de Corazones Eléctricos y Gallos en la sala El Sol. Hoy nonamed nos relata lo acontecido en esa noche de rock de muchos quilates.

¿A qué esperáis?

 

 

A todos nos ha pasado eso de ir a un concierto de un grupo al que estás deseando ver, porque además es la primera vez que pisan tu ciudad. Y que para ver ese grupo, tienes que esperar, porque hay unos teloneros que sin que tú lo hayas pedido, se interponen y te hacen perder tiempo. No porque sean malos, sino porque no es lo que tú quieres. Pues eso pasó el sábado con Gallos y Corazones Eléctricos en la madrileña Sala El Sol.

Pero vayamos al principio. Tiempo inestable, el centro de Madrid se prepara para una de sus noches sabatinas y una de las salas míticas nos espera con los brazos abiertos. Bajas unas escaleras sabiendo que estás entre las paredes de parte de la historia madrileña y te plantas en primera fila esperando a que comience el show.

Y al grito de “Somos gallos y esto es rock and roll” salen al escenario, enfundados en vestimentas de los años 60, esos teloneros a los que no habías llamado. Y entonces, como tantas otras veces, te toca tragarte tus palabras. Porque desde el primer acorde Gallos dan una lección de lo que es ser telonero. Con mucha elegancia y bastante chulería estos cuatro músicos te encandilan con su rock and roll americano y en especial con un Nacho Carballo, su vocalista, haciendo del escenario el salón de su casa. Porque se mueve, vacila, incita al público y en cierta medida te transporta a esa época de Elvis en la que aún todo estaba por descubrir. Todo esto, con un sonido de la sala excepcional. Y cuando digo excepcional, es que pocas veces he escuchado un sonido tan limpio, tan claro, donde cada instrumento se podía distinguir y desgranar en tu oído.

Fue aproximadamente media hora de concierto. Media hora totalmente insuficiente para que el grupo demuestre todo de lo que es capaz, y por eso, el día 14 de abril volverán a estar tocando de nuevo en Madrid en la sala Siroco. Así que, si quieres comprobar lo que te estoy diciendo, no dudes ni un segundo en ir.

Si algún día organizo una fiesta, llamaré a Gallos para que vengan a amenizarla. Creo que no conozco grupo que lo vaya a hacer mejor.

Algunas veces he oído que la labor del grupo telonero es más complicada porque tiene que levantar al público, y yo siempre he estado en desacuerdo. Porque con Gallos el cuerpo estaba ardiendo. Aún no había cansancio, y te habían interrumpido la acción. Así que, en mi caso, me llega cierto bajón que el grupo siguiente tiene que encargarse de volver a levantar. Sé que es así, y no hay nada que hacer. Y siendo sinceros, Corazones Eléctricos en ningún momento llegó a ese punto álgido. Había muchas, muchas ganas de ver de nuevo a Pau Monteagudo sobre un escenario. Además, en este caso era la primera vez que pisaban Madrid con su primer disco. Disco que se mueve entre el rock and roll y el hard rock, donde Pau coge todo el protagonismo ocupándose de la voz y de la guitarra. Guitarra que sabe llevar con mucha profesionalidad y gusto, y es que ya es un perro viejo en estas lindes. El público estuvo arropando en todo momento al grupo, ya que se sabían las canciones, tema que agradeció constantemente el propio Pau, al que se vio bastante entusiasmado.

Sobre la asistencia de público. Pues menos de la mitad de la sala pero que hizo mucho ruido. La sala es amplia, Corazones Eléctricos está empezando, el precio de la entrada no fue el más económico (12 euros), no vi carteles por Madrid anunciando el concierto… Podemos seguir buscando mil excusas para no ir de concierto. Aunque todas se resumen en una: educación.

Yo prefiero quedarme con una frase: “¿Quién salvará al rock and roll?”. Pues aquí tenemos dos claros candidatos.

 

Crónica y fotos: nonamed