El pasado viernes Ciclocéano presentó su disco debut en la sala Boite de Madrid y nuestro redactor no se lo quiso perder. Tras enamorarse de su álbum, el directo era el segundo paso, ¿queréis saber su opinión?

¡No os perdáis esta crónica!

 

 

A estas alturas de siglo encuentras pocos grupos que te sorprendan. Pero a finales de 2018, uno aparecía en escena. No en una escena, sino en muchas. Todos los medios comenzaron a hablar de ellos. Su nombre era Ciclocéano y estaban a punto de publicar su primer trabajo “Líneas de Meta”. Por curiosidad me acerqué a ellos. Busqué su primer videoclip del tema “Cianuro” y comprobé dos cosas. La primera que no era el estilo al que yo estaba acostumbrado. La segunda que el tema me enganchaba por un sonido para mí innovador, por una voz llena de personalidad y por un vídeo divertido. A partir de ahí, decenas de escuchas a ese “Líneas de Meta” para ir captando cada una de las bondades del grupo, que son muchas.

El 25 de enero, pude comprobar todo eso que he mencionado antes en directo. En la sala Boite de Madrid. Y bueno… empecemos.



La sala Boite, la cual no conocía, es una muestra más de que una sala de conciertos no es tener un bar y poner un escenario. ¿Elegante? Sí. ¿Funcional? Para nada. Un sonido que no beneficiaba nada al grupo y un escenario muy bajo. Y ellos, bastante más tarde de lo acordado, salieron a escena a intentar dar todo y el resultado fue regular.

Sí, Ciclocéano sí lo dio todo, con un Antonio hecho un torbellino en el escenario, y en general con un grupo entregado a su público y un público, que para ser el primer concierto del grupo, lo arroparon con mucho cariño gritando las canciones y bailando, pero por mucho que te esforzaras, a Antonio no se le entendía. Una pena.

Al tener tan sólo un disco en el mercado, tuvieron que tirar de versiones. De Him, de Beatles, de Tina Turner, de Audislave… Y también de toda su artillería, porque allí sonó todo su disco. ¿Lo he recomendado ya? Pues os lo recomiendo por enésima vez.



Y aquí haré un parón. Porque hubo un momento muy especial. Álex Saudinós, compositor de “Lo Invisible”, y que ya cantó en el disco, andaba por allí. Así que se decidieron a hacer algo que yo no había visto nunca. He visto bajar al cantante del escenario, tocar a un guitarrista desde una farola en una plaza de un pueblo o incluso terminar el concierto en la puerta de la sala acompañados con el público a grito pelado. Pero nunca había visto que alguien se bajara del escenario, sin micrófono y en medio de la sala fuera rodeado por el público. Antonio, Álex y Xavi, el guitarrista. Todos callados. Porque nadie se quería perder ni una nota de lo que se iba a cantar. Y allí, entre los tres, se marcaron algo que aún me sigue erizando el vello. Porque fue realmente emocionante. Fue algo único y que, chicos, os puedo asegurar que me rindo a vuestros pies.



El resto del concierto transcurrió con normalidad, mención especial a “Cianuro” o “Para Volvernos a Encontrar” un tema que por alguna razón me transmite muchísimo.

En definitiva, un grupo con muchísima proyección, con muchísimo talento, y al que no le acompañó el lugar. Pero no os preocupéis, porque a mí ya me habéis hechizado con vuestra música, vuestro directo y vuestro carisma. Repetiré. De eso no tengo duda.

 

Dales una oportunidad, y si no te convencen dales otra.

 

Crónica y fotos: nonamed