Si hay un nombre propio en el rock nacional del último cuarto de siglo ese es Marea. Y su paso por Villena junto a Vuelo 505 y Cuatro Madres no se lo quiso perder nuestro redactor JuanF.

¡Aquí os dejamos la crónica y fotos de la noche!

 

Había que esperar. El encargado de prensa, un tipo robusto lleno de tatuajes, nos comentaba las singularidades de ser medio acreditado en un concierto de Marea. Así comenzaba la noche del mejor concierto que he visto en los últimos tiempos. Son leyendas del rock nacional, aunque a veces sus ideas egocéntricas reluzcan y creen debate. Lo cierto es que mis pensamientos previos al evento iban destinados a teorizar sobre qué me pedirían a cambio de poder pasar al foso de fotógrafos. Me advirtieron de cosas, hojas y firmas, pero nada de eso pasó. Simplemente la famosa regla de las tres canciones. Y una vez colocada la pegatina que me convertía en persona acreditada, era el momento de entrar al conocido Polideportivo Municipal de Villena, sede de los festivales Leyendas del Rock y Rabolagartija.

El césped del recinto era ya inexistente. El Leyendas pasó por encima del verde y lo convirtió en una tierra con zonas embarradas. Había acabado apenas 4 días antes y no sobrevivió a las tachuelas y a las melenas, tampoco se renovó para un Rabolagartija que comenzaba al día siguiente. Sea como fuere, el primer artista invitado haría su aparición a las 20:00 de la tarde y teníamos que estar allí para ver el directo de Cuatro Madres. El grupo de Pamplona salía con un público escaso, que progresivamente iba entrando y acomodándose a lo largo y ancho del recinto. Dieron su primer paso en Villena dispuestos a sorprender. Es difícil ser un telonero y saber que la gente a la que te diriges está deseando ver a otros, y eso puede ser un lastre para una actuación. No obstante, se les vio cómodos, intentando dejar huella con grandes temas de la talla de “Inercia” o “En El Borde”.

El guitarrista se movía como un auténtico Rockstar sobre el escenario. Se le dio vía libre para moverse por su parcela y no la desaprovechó en ningún momento. Poses a cámara, miradas indiscretas… todo lo contrario que el bajista, sin sed de protagonismo y alejado en un segundo plano, lejos de la atención mediática. El batería fue culpable de que sonasen más enérgicos que en disco, pero no cabe olvidar que el alma del grupo es su vocalista, con intención de arrancarse la camisa a cada compás interpretado. Son un gran producto que puede agrandar su fama si trabajan fuerte. De eso ya sabe Kutxi Romero, que no dudó en salir al escenario para interpretar junto a Cuatro Madres “Vidas Cruzadas”. Acabaron saludándose mal, un vocalista con el puño y el otro con la palma, cuestiones del directo. Lo que sí es cierto es que dejaron un listón muy alto y su nombre en la mente de los allí presentes. Se podría decir en honor a su disco que esto era “El Fin del Principio” de la noche.

Los segundos en aterrizar en el Polideportivo Municipal de Villena eran Vuelo 505. Con una introducción muy cómica, jugando con las directrices y normas previas a un despegue, salieron con ganas de hacer bailar a la gente con su rock ‘n roll de corte clásico. Un blues continuo donde arrasó David de la Fuente, un guitarrista con aires de atleta. No paraba de moverse, interactuaba con el público y con sus propios compañeros, y lo más importante: sentía lo que interpretaba. Vivía la música como nadie y parecía venido de los 70. Así, consiguió eclipsar a un Rubén Fernández enérgico pero nada desatado.

Partiendo de que no es un estilo que me cautive, en directo proporcionan un plus que les favorece sobradamente. Se iba acercando la hora de Marea y les benefició en número de espectadores que se asomaron a su show. Además, ya de noche, proyectaron un buen juego de luces que llenó huecos y engrandeció la actuación. Poco más tengo que decir de esta banda, trámite hasta la salida de los protagonistas de la noche que gustó sobre todo a las primeras filas.

Y a las 22:00, hora de prime time, se descubrieron todos los juegos de luces, una gran calavera presidiendo el centro del escenario y empezó a sonar una introducción como disparo de salida, previo a la inicial “En Las Encías”. Gentil, galán, con esas dotes pertenecientes a unos pocos; Kutxi Romero salía al escenario de Villena con planta de estrella del rock. Miradas cómplices con las primeras filas, dos bolsillos con cientos de cigarros y un par de horas de pura adrenalina musical por delante. El recinto entero enloquecía y se pudo ver una gran cantidad de banderas de la banda ondeando por cada rincón del Polideportivo. Había ganas de Marea y a eso no se le puede reprochar nada.

El protagonista de la noche iba a ser sin ninguna duda “ El Azogue”, tanto fue así que los primeros tres cartuchos tenían su sello. Tras “En Las Encías”, interpretaron “El Temblor” y “La Noche de Viernes Santo” con una gran acogida por parte del público que ya corea las nuevas canciones de la banda. El éxito que está teniendo su último trabajo es fruto de la desesperación de los fans ante la inactividad de los de Berriozar. A mí me hicieron falta varias escuchas para meterme en situación, pero después ya las asimilaba sin ningún tipo de reproche. Pero no hay que olvidar el producto clásico frente a las vanguardias modernas. Los primeros acordes de “Mierda y Cuchara” comenzaron a sonar y los móviles se alzaron para captar alguna instantánea de una de las reliquias del grupo. Todo el mundo, absolutamente todo, cantaba cada estrofa de la canción. Mientras, yo me movía fuera del foso de fotógrafos para buscar mi sitio entre mis amigos, que no era tarea fácil con la gran cantidad de piquetes que obstaculizaban el paso. Así, se pasaba la primera parte de la velada, mientras no cesaba el clamor del público porque sonaba “Manuela Canta Saetas” y los ojos de la gente no se la querían perder (ni los smartphones tampoco).

Iba pasando el tiempo y se podía comprobar con claridad los roles de cada componente de la banda. David Díaz, más conocido como Kolibri, cogía las riendas del virtuosismo guitarrero, mientras César Ramallo se escondía en la esquina del escenario sin participar activamente en la puesta en escena. Su puesto lo cubría con creces un Eduardo Beaumont – también apodado Piñas – con las pilas cargadas al máximo, incansable durante todo el concierto, mostrando su rabia y acabando el recital a pecho descubierto. Por su parte, al gran Alen Ayerdi se le veía algo cansado tras la primera hora de show, pero no bajó el ritmo pese a la presión. El propio Piñas decidió ponerse frente al micrófono para interpretar “Pecadores” y “Trasegando”, dando descanso a un Kutxi con espíritu joven, pero con los pulmones muy desgastados.

Uno de los momentos cumbre del día fue la interpretación de “La Luna Me Sabe A Poco”, un tema muy querido por el público y no tanto por el cantante, que invitó a Rubén Fernández de Vuelo 505 para cantarla junto a él. También mostró su apoyo a Cuatro Madres subiendo a su vocalista, porque entre grupos todo era buen rollo. La tralla de “Romance de José Etxailarena” y “Como Los Trileros” dio paso a un homenaje a Los Suaves con “Preparados Para El Rock And Roll” y se marcharon del escenario en la falsa despedida de todos los conciertos. Descansito para recobrar fuerzas, necesarias para un final que se avecinaba de infarto.

La única referencia de su disco “En Mi Hambre Mando Yo” se abría paso. “Bienvenido al Secadero” era la primera de las tres balas guardadas en la recámara para despedir por todo lo alto el show de Villena. En ese punto del concierto, la gente estaba completamente desatada, sin cansancio ni fatiga, cantando a viva voz sin freno. Acto seguido, “El Perro Verde” y la siempre efectiva “Marea” pusieron punto y final a un desconcierto grupal donde se perdieron muchas voces y se ganaron muchos respetos. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un directo, y quizá es por lo que significa esta banda, pero quiero un segundo concierto de los navarros.

La gente estaba contenta, unas leyendas de la música habían pasado por el escenario del Rabolagartija que comenzaba al día siguiente, y no decepcionaron a nadie. Tocaba descansar, pues quedaban tres días de infarto y había que ir con las fuerzas cargadas. Mientras tanto, Marea anunciaba una segunda aparición en la provincia de Alicante, esta vez en la Plaza de Toros. Espero que esta segunda vez incluyan “Duerme Conmigo” a su setlist. Ese 14 de agosto, casi 6000 personas disfrutaron de lo lindo.

 

Crónica y fotos: Juan Fernández