El pasado viernes 17 de junio Sonus Delay presentó su nuevo disco "Superesse" en la madrileña sala Rockville. Una cita que no nos quisimos perder y que hoy nonamed nos relata en esta crónica.
¡No os la perdáis!
Nueve años desde la publicación de su último disco y cuatro desde su último directo. ¿Alguien se piensa que me podía perder entonces el concierto de Sonus Delay en la sala Rockville de Madrid?
Con un calor del mismísimo infierno y que los músicos sufrieron claramente sobre el escenario, el concierto empezaba a las 22:15. A veces me da la sensación de que, después de la pandemia, los conciertos están empezando más tarde. “Impulsos”, era la canción elegida, perteneciente a su último disco “Superesse” publicado hace un par de semanas. El sonido comenzó tibio, pero se fue recuperando poco a poco.
Durante la primera década de los dosmiles, hubo una serie de grupos que siguieron la estela del metal alternativo de Sôber. Hoy, muchos de ellos ya están extintos o en punto muerto, pero Sonus Delay retoma la carrera con sonidos modernizados. Porque aunque sigan haciendo música alternativa (rock y metal) lo hacen con otras tonalidades, con otras intensidades. Porque la música cambia, incluso dentro de los mismos estilos.
El directo era para presentar su último disco, pero no dejaron olvidados sus anteriores “La Durmiente” que publicaron en 2009 y “Umbra Versa” en 2013. Temas como “La Quimera”, “Cordón de Plata”, “Visceral” o “Laberintos” encajaban perfectamente con “Contracorriente”, “El Cielo en Dos”, “Supervivientes” o su single “Alaska” de su último disco. Hubo dos momentos especiales, en “Aviador” y en “El Libro Perfecto” en los que tanto su vocalista Jiro como su batería Javier dedicaron destacaron como sus favoritos.
Pero, después de todo este rollo, vamos a la chicha. Para mí, hay dos puntos a destacar. Uno, su guitarra Roy. En cuanto le ves ataviado con la falda, sabes que la va a liar. Y así fue. Un auténtico showman que hacía las delicias del público, disfrutando como el que más, incluso bajándose del escenario para compartir ese disfrute con los asistentes. Todo eso sin dejar de bailar. El segundo punto fue Félix, su bajista. Para mí un auténtico clinic de lo que debe de ser un bajo en el escenario. Me fascinó.
Sonus Delay cree en sus canciones. Las vive, las interpreta (que no es lo mismo que tocarlas) y se nota que creen en lo que hacen. Quizás, tanto tiempo alejados del escenario se nota, y venían a comérselo. O quizás, simplemente, estamos ante otro de esos grupos infravalorados que recorren las ciudades españolas, con varios premios debajo del brazo pero a los que los medios no hacen caso.
Dales una oportunidad y si no te convencen, dales otra.
Crónica y fotos por nonamed