El pasado 28 de junio, Irêth se acercó a la sala Bóveda para ver las actuaciones de Kiss of Death, The Prisoners y 80's Dreamers. Tres bandas tributos que prometían una buena velada de heavy metal y hard rock.

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Una noche más la sala Bóveda acogía una noche de tributos en la que viajaríamos a la brillante época de los años 80-90 (bueno todos no, que algunos nacimos en los 90), donde escucharíamos clásicos que si no los hemos visto en directo alguna vez de seguro que los hemos bailado en discotecas como la propia sala Bóveda.

Antes de entrar al lío, mención especial para el sonido de la sala y por las luces. Lo dije hace unas semanas, Bóveda no es Mephisto y aunque ha costado un poco eso se está haciendo notar, la sala empieza a ser una apuesta de constante seguridad. Si bien no hay el mejor equipo ni la mejor acústica, esas dos unos meses atrás eran sus mayores carencias. Un losa que se ha ido apartando dejando paso a una sala en condiciones aceptables. También ha quedado atrás esa época en la que parecías entrar en el infierno, las luces de ahora les dan mil vueltas.

Así pues una noche más, un sonido correcto nos dejo disfrutar de la velada.

 Sobre las 21.00h The Prisoners iniciaron la noche de forma radiante y la terminaron igual. Tal como indica el nombre ellos son un tributo a Iron Maiden y eso significa que gracias a ellos vivimos una velada repleta de hits de la dama de hierro. Bajo un logo con la misma tipografía y la dirección de Sandra a la voz y un guitarrista siempre dispuesto a alentar al público, cayeron con una energía y pasión suficientes para ser altamente contagiosos. Mientras la primera fila estaba bien encarrilada, poco tardaron en ponerse en el bolsillo esos que miraban con recelo por si se les ocurría destrozarlos temas de una banda tan mítica. Algo que no hicieron.

El directo empezó de forma inmejorable con un potente “The Wickerman” seguida sin respiro de “2 Minutes to Midnight”. Dos temas cañeros que iniciaron un set list corto pero efectivo en el que no faltó “the Number of the Beast” muy bien ejecutado.

Se despidieron mientras los últimos acordes de un “Fear of the Dark” que levantó la sala, se empalmaban con “The Evil That Men do”. A destacar Sandra, la primera sorpresa de la noche, con un estilo de voz parecido al de la gran Doro (salvando las diferencias) y ¿porque no decirlo? Una actitud en escena que denota una fuerza e intensidad similares. El carisma suele ser una gran arma.

De un repaso a los años gloriosos de Iron Maiden, saltamos a la era de los 80 donde residen muchos de los hits que mayores y jóvenes conocemos bien. 80’s Dreamers, son una banda que nos hizo gozar con un repertorio, más que bien elegido en el que la mayoría pudimos unirnos a los coros. ¿Quien no conoce “Killed by Death” de Motörhead, “I Wanna be Somebody” de W.A.S.P o “Power and the Glory” de Saxon? El momento más intenso se vivió con el tributo al gran DIO, se interpretó un “Don’t Talk to strangers” en el que banda y sala se unieron para homenajear al señor Ronnie.

Los soñadores de los años 80 tienen un buen directo, con los engranajes de la maquinaria bien encajados, funcionan al unísono sin pisarse y sin ceder demasiado protagonismo a solo uno. No obstante, la figura del cantante, Manel, como por otra parte suele ser habitual, se eleva por encima del resto. Con una apariencia que bien encajaría en W.A.S.P y una voz que no desentona en ninguno de los temas. Dos de dos en carisma, la noche pintaba realmente bien. Perfecto final con “Metal Heart” de Accept.

Kiss of death son un tributo que hace honores a sus ídolos. Si una cosa hay que reconocerles es que con ellos en el escenario el espectáculo visual está servido y si a eso añadimos una noche en la que resultan exultantes, brillan con luz propia aunque eso si, sirviéndose de las mejores galas de la banda a la que imitan.

Hace una semana eso no fue así, por lo que se comenta el show que se marcaron en el Rock Fest no fue para nada acertado. Sin embargo, echando la vista atrás solo una semana lo que hicieron fue levantar a los fans de Kiss que se habían acercado a la sala Bóveda con un gran éxito. Ese día mostraron una gran versión de ellos mismos. Los tres hicieron sus papeles, no faltó ni la sangre ni los espectáculos de “Gene Simmons” con el fuego, así como sus movimientos ni el paseíto por la barra de "Stanley". Se entregaron a su público que respondió in crescendo, como ellos, a lo largo de una actuación que cerraron con “Rock and Roll all night”.

Todo comenzó con “Love Gun” a la que siguieron hasta 20 temas que desataron a los fans de los británicos. “Let Me Go”, “Heavens on Fire”, “Lick it Up”, “Shock Me” se fueron sucediendo hasta llegar a “Black Diamonds” y con esta, la traca final que nos dejaría satisfechos.

Precisamente ayer leía en su facebook oficial que tras cuatro años esta aventura se acabó. Así que por una parte me alegro de haber presenciado su penúltimo show en el que dejaron calidad suficiente como para que mi mente les retenga. Por otra, desearles lo mejor y ojala les de por volver a juntarse.

Segunda noche de tributos a la que asisto este año y segundo acierto por parte de los organizadores, Thruman y Dracko producciones. Noches de recordar los himnos que han marcado varias generaciones a veces son necesarias.

Crónica y fotos: Írêth