El último día del Resurrection Fest traía consigo la actuación de la banda más esperada por la gran mayoría. Los británicos Iron Maiden pisaban Viveiro para presentar The Book of Souls y recordar grandes clásicos del heavy metal. En esta última jornada también actuaron los gallegos True Mountains, Abbath, Enslaved, Obsidian Kingdom, The Goddamn Galows, The Real McKenzies y Bullet For My Valentine entre otros.

Hoy nuestras redactores Xell e Ireth nos traen la crónica de la jornada. ¡No te lo pierdas!

 

Llegábamos al último día del festival, aunque aún quedaba mucho por ver. La energía del trio llamado True Mountains, llenó el Ritual. La banda de origen gallego se mostró dinámica y entusiasmada, dispuesta a hacer vibrar el Ritual con temas como “Skeleton” “X-Generation” o “Midnight Birds” con la que concluyeron su directo. Los gallegos se encuentran en plena gira “Positive Freethinkers Tour 2016” que por el momento se alarga hasta mediados de Agosto. Jugaban en casa y eso les conllevó una ventaja y un plus que se tradujo en un directo muy solvente y enérgico. Con su rock característico que recuerda al country pero con riffs más enérgico y potentes empezamos el día, con las pilas cargadas.

El mismo día que su padre ocuparía el Mainstage con una de las bandas más importantes del heavy George Harris (hijo del mítico Steve Harris), estarían en el mismo escenario, unas cuantas horas antes con The Raven Age, la banda metal melódico que está actualmente acompañando a la doncella de Hierro en su The Book of Souls Tour. Los guitarristas Dan Wright y el propio George fueron los que formaron The Raven Age en 2009 y desde entonces han lanzado un Ep homónimo del cúal tocaron los cuatro temas que lo forman: “Uprising”, “Eye Among the Blind”, “The Death March” y “Angel in Disgrace”. Una banda joven pero acostumbrada desde sus inicios a grandes recintos, algo que les vale para tener una experiencia que les lleva a no cortarse delante de grandes públicos. Estuvieron a la altura y nos dejaron con ganas de ver más temas. El tiempo dirá si con la salida de nuevos discos se mantienen a buen nivel, ojalá así sea.

Con el sol pegando como no lo había hecho en todo el fin de semana, nos dirigimos al Chaos Stage para ver a Obsidian Kingdom. Sorprendentemente, éramos pocos. Supongo que influyeron varios factores: la hora, la temperatura (que hacía que buena parte de los asistentes estuvieran pululando las terrazas de Viveiro), que el domingo la mayoría asistían al festival para ver a Iron Maiden… El caso es que, para nosotras que venimos de Barcelona, estamos acostumbradas a ver sus conciertos bastante llenos y a priori nos chocó un poco. Lo que sí se siguió cumpliendo fue la intensidad con la que el público se entrega durante sus shows, que cumplieron durante los 45 minutos que tenían de actuación. Presentaban su último álbum A Year With No Summer, irónicamente en un sábado donde el sol podría derretir hasta el último glaciar. Como venía siendo habitual en ese escenario, sonaron bastante mal. Si estabas en el lado izquierdo, pensabas que Edgar estaba afónico y sin embargo, te ibas hacia el lado derecho y el sonido del bombo te dejaba sordo. Pese a ello, supieron desenvolverse bien y hasta nos dedicaron un par de temas de su famoso Mantiis. Es una pena que una banda como Obsidian Kingdom, que se encuentra en pleno crecimiento, haya  tenido un estreno así en el Resurrection Fest. Esperemos que a la próxima les salga mejor.

Con la actuación de Shining nos dimos cuenta que el Chaos no tenía tan mal sonido si estabas en la distancia justa para verlos de lejos sin oír efectos de dispersión ni otros tantos efectos del sonido (baterías altas, voces que no se escuharn, guitarras que desaparecen, etc) del que a lo largo de esta crónica nos hemos quejado. El problema era dar con el lugar justo y con los suecos parece ser que lo logramos, almenos desde donde estábamos se dejaban escuchar y congregaron a más gente de la que esperábamos de inicio puestos a decir también.  Con IX – Everyone, Everything, Everywhere, Ends llegaron al festival. “I won’t Forget”, “The One Inside”, “Healter Skelter” y “Last Days”, entre otros fueron los temas seleccionados para la ocasión. El público estaba algo apagado, peor no obstante la mayor parte de la gente que rondaba la zona estaba mirando hacia allí escuchándoles atentamente.

El sábado era el día señalado donde Iron Maiden mostrarían todas sus artes, las miles de camisetas de ellos mostraban que de público no irían cortos, pero si hubo otra camiseta que se vio en otros tantos miles, fue la de Bullet For My Valentine, una formación de hace años que parece haber adquirido nueva fama tras la publicación de Venom. De nuevo en el Mainstage seguimos la norma que reinó durante todo del festival, los británicos también fueron una de las bandas que dieron un mejor show en el Resurrection que en el Hellfest. La banda que en Clisson se marcó un buen directo pero quizás algo flojo, en Viveiro lo compensó de sobras. Matt and cia nos deleitaron con mucha más garra, agresividad y un set list más dinámico formado por “No WayOut”, “Your Betrayal”, “You Want a Battle (Here’s a War” y “The Last Fight” antes de que Michael, incorporado durante el último curso, se marcara un solo de batería mostrando las cualidades sin perder esa sonrisa que puso en el primer momento de subir al escenario. Reanudamos el asunto con “Raising Hell”, para seguir haciendo un repaso a su discografía, “The Poison” seguida de “Venom” dejando constancia de lo primero que hicieron y de lo último, mostrando el salto que han dado desde 2005. Cerraron con “Waking the Demon”, a nuestra opinión el mejor corte con el que podían despedirse.

Tiempo de regresar de nuevo al Chaos Stage para ver el show especial que daban Enslaved para conmemorar su 25 aniversario. Los noruegos tenían preparados un setlist dedicado a sus obras más clásicas: “Jotunblod”, “Eld”, “Fenris” o “Return to Yggdrasil”, por citar algunas de las canciones que tocaron. El sonido en esta ocasión se portó bastante y hasta los teclados se escuchaban con nitidez. Fue un concierto algo extraño, ya que los espectadores estaban divididos: los que amaban los discos pre-Isa y los que se lo gozan con sus últimos discos, de un corte mucho más prog. Estos últimos, lamentablemente, no estuvieron de suerte, pero ya tienen ellos más oportunidades de disfrutar de los noruegos más progresivos. Por nuestra parte, estuvimos mucho más felices con este set y, especialmente, nos lo pasamos en grande con “Allfǫðr Oðinn” e “Isa”, con la que cerraron el show. Estaremos expectantes por verles de nuevo en su gira propia durante otoño.

Mientras una de nosotras estaba viendo a la doncella de hierro, otra se decidió por una banda también clásica, pero del punk rock. No Fun At All no estarían tocando ante masas como los Maiden, éramos pocos en el Ritual Stage, pero muy bien avenidos y nos lo pasamos en grande. Su punk rock melódico nos conquistó desde el primer tema, a nosotros y a los Graveyard que también habían decidido ver a sus compatriotas antes que a la doncella. Una hora de temas como “Suicide Machine”, “Growing Old, Growing Cold”, “Suicide Machine”, “In a Moment” o “Beat ‘Em Down”. Esperemos que los suecos no decidan volver a separarse e incluso se animen a lanzar un nuevo disco.

Con el audiovisual de un avión lanzado por Eddie que quedó empotrado en un templo Maya empezó el directo de una de las bandas más emblemáticas del heavy metal mundial, todo un icono como son Iron Maiden, acudían al festival como cabezas de cartel, y no negaremos que la adquisición de este peso pesado fue un factor importante para que al final más de 80000 personas acudieran al certamen.

La doncella de hierro, que empiezan a hacer la competencia a su momia estrella en cuanto a edad, demostraron que los años pueden pasar pero el espíritu se mantiene intacto. Dickinson, Steve Harris y el canalla de Janick Gers sobretodo mantuvieron la energía necesaria para picar al público, sin quedarse cortos Dave Murray y Adrian Smith y como no, la batería de “cientoylamadre de platos” de Nicko, dotado también con un gong. Quizás el más activo fue Dickinson perseguido en algunos momentos por Eddie, moviéndose de un lado al otro del escenario para dar la oportunidad a todo el mundo de verle “cerca” y en general llevando gran parte del peso de la teatralización del conjunto.

Los británicos se llevaron todo su arsenal, así que, una vez finiquitada la primera parte de su actuación, correspondiente a la presentación de The book os Souls con algunos clásicos intercalados, “If Eternity Should Fail”, “Speed of Light”, “Tears of a Clown”, “The Trooper”, “Death or Glory”, la propia “The Book of Souls”, el clásico “Fear of the Dark” con el que empezó a anochecer o “iron Maiden” fueron los temas de esta primera parte, después  fue la hora de sacar a Eddie y a la bestia, que vigilaron atentamente mientras sonaba “The Number of the Beast” y “Blood Brothers”. Sin duda el concierto de Iron Maiden no fue solo el más extenso sino que también el que más público congregó, el acceso a la zona delantera del Mainstage era imposible de hecho y desde el otro lado veíamos como la grada del pandemónium estaba repleta de cabezas. Allí no cabía nadie y Iron Maiden dejaron claro que su directo merece aún la pena de ver. Unos grandes.

El concierto de los Maiden era tan extenso, que nos dio tiempo a cenar (larga vida al bocata de “calamares” de Divina Teresa) y a disfrutar del maravilloso show de Uncle Acid and the Deadbeats. Seguíamos siendo pocos (aunque una vez terminaron los Maiden el Ritual Stage se llenó de lado a lado) pero el concierto fue un viaje increíble. La peculiar voz de Kevin (aka Uncle Acid) nos conquistó desde el primer tema, “Waiting for Blood”, de su último álbum The Night Creeper. El cuarteto inglés nos brindó una hora del doom más psicodélico, con mucho humo y un buen juego de luces, teniendo el punto álgido durante “I’ll Cut You Down”, una de sus canciones más míticas y más bailables. A partir de ahí fue cuando parte del público que estaba en Iron Maiden se acercó hasta las carpa, llenándola por completo. Los de Cambridge se vinieron arriba y culminaron su show con “Melody Lane” y “Whithered Hand of Evil”.

Y de la psicodelia pasábamos al Chaos Stage para ver la última parte del concierto de Entombed A.D., a ver si esta vez no nos dejaban tan mal sabor de boca como en el Hellfest. No fue la repanocha –aunque parece ser que somos las únicas que pensamos así—pero al menos no fue tan mediocre como en Francia. Sigo sin verle la gracia a esta parafernalia montada por Petrov y compañía, pero como mínimo cuando tocaron “Living Dead”, “Revel in Flesh” o “Wolverine Blues” parecía que estuviéramos viendo a Entombed y no a una banda de tributos. Dieron carpetazo a su show con “Left Hand Path” y “Supposed to Rot”. Señor Petrov, no siga dejándose “Crawl” en el tintero o nos cabrearemos aún más con usted.

Mientras, en el escenario principal, Abbath se convertía en la princesa del black metal, porque su actitud fue memorable, sí, pero no por dar un buen concierto, sino por irse del escenario hasta en dos ocasiones distintas por algún berrinche que le diera al noruego. Escenas de estrellita aparte, el concierto no estuvo mal. Tuvo tiempo de interpretar tanto temas de su álbum en solitario, como del proyecto I (“Warriors” en concreto) e incluso algún tema de su anterior banda Immortal como “In My Kingdom Cold”, “Tyrants” o “One by One”, con la que terminaron.

Volvíamos una vez más hacia el Chaos Stage para disfrutar de otros nórdicos. Graveyard se han convertido en estos últimos años en una de las bandas del momento y se lo tienen bien merecido. Nos brindaron un show plagado de fuerza y con mucha simpatía, especialmente del batería, Axel Sjöberg. Lo único malo es que quizás a esas altas horas de la madrugada, nos apetecía algo más animado. Pese a ello, estamos convencidas que Viveiro disfrutó muchísimo con los suecos y tarareó “Exit 97”, “Hisingen Blues” o “The Siren” entre otras. Si después de ellos hubieran podido tocar Amenra (cosas de que el cantante esté como las cabras), hubiéramos tenido un triplete perfecto formado por ellos, los suecos y Uncle Acid.

Si hablamos de actuaciones dignas de mención y dignas de recordar The Goddam Gallows, se llevan la palma, así como Puscifer semanas atrás nos impactaron en el Valley del Hellfest. El Ritual del Resurrection tuvo su propio momento “random” y lo protagonizaron los estadounidenses Mikey, Fishgutzzz, Joe, Baby genius y TV’s Avery. Punkrock, rockabilly, una fusión tan curiosa como lo era su actuación con instrumentos elaborados por ellos mismos, un contrabajo, un banjo, el rock por sintonía y un Avery que además de tocar la batería y la acordeón, hizo percusión con su propio cuerpo: una plancha y dos cucharas. El espectáculo estaba servidos, Avery además de mostrar su original instrumento, nos deleitó con trucos de magia y se movió por todo el escenario “incordiando” a sus compañeros, teatralizando la actuación delante de un público que entre risas se movió al son de  “The Maker”, “7 Devils”, “Ghost of Th’ Rails” o “Gutterbillyblues” que define su estilo a la perfección. Quizás en otra hora, otro día la afluencia hubiera sido mayor, pues acudimos principalmente los que les conocíamos, no obstante probablemente hubieran llamado la atención a más de uno que se lo hubieran pasado tan bien como nosotras.

Y llegamos al final de la tercera jornada, nosotras nos despedímos con el Chaos Stage, que cerraba sus puertas de la mano del punk de The Real Mckenzies. Los escoceses con su característica influencia celta y ataviados con las faldas de la zona, son muy conocidos por no tener reparos en salir de gira así que las posibilidades de verles nunca son pocas. No obstante para nosotras era la primera vez y fue una lástima que fuera en el Chaos, pues para no variar, los tres primeros cortes sonaron sin apenas poderse identificar. La formación acudió al certamen con Rats In The Burlap bajo el brazo, aunque no se olvidaron de sus antiguos retoños así pues, fueron de menos a más desgranando su discografía. El público pareció entusiasmado con ellos y dado que cerraron el festival parece ser que todo el mundo lo dio todo para despedirse. En un futuro puede que consigamos verles en unas condiciones sonoras mejores, pues su música la merece ya que esas influencias celtas con esa dispersión se perdieron, una lástima.

Tras la actuación de The Real McKenzies tocaba volver al camping, donde nos esperaba nuestra “cómoda cama”. Habían sido tres días intensos en los que empezamos pronto y terminamos tarde, todo sea por no querer perdernos nada de nada.  Tres días en los que vivimos en una zona de acampada sin demasiados problemas de ruido, todo bastante bien organizado y todo un acierto por nuestra parte el elegir una zona con playa. Los baños en el cantábrico al borde del atlántico revitalizan a cualquiera.

Solo nos queda por decir que esperamos repetir el próximo año con una mejoría a ser posible del escenario Chaos y un cartel igual de intenso.

Crónica: Xell e Ireth
Fotos: Resurrection Fest