El pasado sábado 24 de agosto nos fuimos hasta la localidad madrileña de Morata de Tajuña, para disfrutar de la decimosexta edición del Tajuña Rock. Un festival gratuita con un prometedor cartel con bandas del calibre de Avalanch, Dünedain, Muro, Brétema y Pulsa Denura.
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Vamos a hablar de uno de los festivales más emblemáticos de la Comunidad de Madrid: El Tajuñarock. Y para hablar de ello, hay que hacerlo con todo el respeto que se merece un espectáculo que ya va por su decimosexta edición, con bandas de primer nivel, y todo además gratis. Un festival por el que han pasado nombres como Dragonfly, Koma, Lujuria, Angelus Apatrida, Tierra Santa o los alemanes Axxis, demostrando que no estamos ante un evento cualquiera, y que cada vez cuesta más trabajo a su organización, con menos apoyo del ayuntamiento (prueba de ello son las gradas que no estaban preparadas aún y que no se pudieron utilizar).
En esta decimosexta edición se daban cita cinco bandas, que formaban un cartel incomparable: Pulsa Denura, Brétema, Dünedain, Avalanch y Muro y que empezaría a las 20:30, sin una hora final contemplada, porque ya sabéis que esto se puede alargar hasta que alguien venga a echarnos.
Pero pasemos a lo que son los conciertos en sí.
Los que inauguraban el escenario eran Pulsa Denura, con Manuel Escudero al frente de la formación. Un viejo conocido de bandas como Sacramento o Santelmo y que venían a ofrecernos su segundo concierto. Sin disco aún publicado, la banda nos presentaba los sencillos que han ido mostrando poco a poco en sus redes sociales. Temas como "Hijos del Viento", "No Hay Dolor", "Tiempo" o su próximo single "Detrás de la Verdad" nos dejaban ver a un grupo prometedor, no obstante, sus componentes no son cualquier cosa, ya que tenemos a José Pineda, bajista de Sphinx y Snakeyes a la guitarra o Rafa Vázquez, bajista de Guadaña y Sexaine. Al no tener mucho material, nos deleitaron con canciones de Santelmo como "Pidéselo a Dios", "Si Tú Quisieras" o "Junio del 44" en el que hacía acto de presencia el polifacético Ismael Filtheau.
Quizás me faltó más transmisión de energía hacia el público, pero en general defendieron bastante bien su repertorio, descubriéndonos a una nueva banda de corte clásico con la que poder disfrutar.
El público se iba animando para recibir a Brétema, la nueva banda de Pacho Brea con su primer disco "Susurros" recién publicado. El grupo se presentaba en Morata sin José Rubio, su guitarrista, que según nos contaba Pacho, con esa simpatía que siempre le caracteriza, estaba en Suiza donde le pagaban más. Y tengan especial atención a este grupo donde mires a donde mires hay verdaderos musicazos, no obstante, en la batería se encuentra Joaquín Arellano y en el bajo Juanjo Cobacho, de Medina Azahara y Robert Beade de Evil Hunter. Sólo tenían cuarenta y cinco minutos para convencernos con su primer larga duración, y lo hicieron con creces. Con un hard rock potente, y con un Pacho dominando el escenario nos presentaban este "Susurros" en otros cuarenta y cinco minutos que se hicieron cortos y donde terminaron con "Tal Como Soy" de Sangre Azul.
El festival seguía su marcha, aunque se empezaba a acumular algo de retraso. Algo más tarde de las 22:30, los que saldrían al escenario sería los power metaleros Dünedain que venían a sustituir a Runa Llena, por problemas de salud de su guitarrista Carlitos. Al grupo castellano le tenía muchas ganas, porque no había tenido oportunidad de verlos en directo y todo el mundo me hablaba maravillas de su show. Y no es para menos, ya que con su primer tema "A Un Paso del Cielo" ya tenían al público a sus pies. Aunque el sonido no fue el mejor de la noche, en especial en las voces, la banda tiene bastante más tirón del que esperaba, y aunque de primeras, puedas notar cierto caos en el escenario, con su vocalista Carlos Sanz brincando por todo el escenario, siempre apoyado por Tony, terminas disfrutando de un concierto poderoso y cargado de momentos atípicos, como en el que Carlos se subió a la estructura del escenario para cantar. "Legado", "Vuela" o la poderosísima "Una Razón", que en su momento me tenía enganchadísimo, fueron parte del repertorio. Un repertorio a través de más de veinte años de escenarios y que terminaba con "Corazón de Invierno", y que yo todo el tiempo escuchaba como "Corazón de Hierro".
El festival seguía avanzando y nos depararía una bonita sorpresa en forma de homenaje a New Center, una antigua discoteca de Morata de Tajuña donde, allá por los 70 y 80, Antonio y Marisol, traían el mejor metal nacional. Con la participación de gente como Carlos Pina o Juan Luis Serrano, el que fuera bajista fundador de Obús. Un detalle muy bonito por parte de la organización del Tajuñarock.
El para mí plato fuerte de la noche, vendría de la mano de Avalanch. Podrán pasar mil formaciones diferentes, mil cantantes diferentes y mil discos diferentes, que siempre conseguirán ponerme en pie con sus míticas canciones. El retraso se acrecentaba, cuando aparecían los asturianos sobre el escenario y sin Manuel Ramil, al que se le recordó durante toda la noche, pero que no pudo estar por salud. Problema que solucionaron con los teclados pregrabados.
El concierto empezó mal. Empezó con un sonido horrible, y con las petacas de Pardial y Bjorn intercambiadas. "El Oráculo" y "Horizonte Eterno" abrirían el show, para mejorar con "El Dilema de los Dioses". Y a partir de ahí, el ciclón Avalanch en estado puro. Los pelos siempre de punta con temas como "Alas de Cristal", "Pies de Barro" la maravillosa "Mil Motivos" o "Niño", uno de los temas más redondos de la carrera de Rionda.
Como decía antes, los recuerdos eran constantes hacia Ramil, hasta el punto de grabar un vídeo, donde el público coreaba su nombre, y que sin duda merece todo ese cariño. El concierto terminaría con sus ya clásicos "Pelayo", "Xana" y "Torquemada", pero que, sin ninguna duda, la canción que me hace saltar a día de hoy como un adolescente es "La Flor de Hielo".
Eran más de las 2:00 de la mañana. Aún faltaba Muro, y aquello tenía pinta de que se iba a retrasar bastante. Me dolió, porque aún no he visto a esta nueva formación con Rocksa al frente, pero era imposible, ya que había que coger el coche para volver a casa, y creo que es algo a plantearse en todos los festivales. El tema de los horarios. Pero queda pendiente para un futuro.
Se volvió a disfrutar del Tajuñarock. Son dieciséis ediciones de duro trabajo lo que hay detrás, pero con un resultado más que satisfactorio. Suenan rumores de que los organizadores se están planteando dejarlo, pero creo que son necesarios festivales de este tipo y además gratis, donde familias enteras pueden disfrutar de esta maravillosa música que es el rock y el heavy metal. Desde aquí mi admiración y reconocimiento y por muchos más Tajuñarocks.
Crónica y fotos: David DR