A finales de 2013 veía la luz The Eternal Light of the Unconscious Mind, segundo disco de la banda andorrana Nami. Hoy nuestra redactora Xell ha querido analizarlo para así compartir su grata impresión del mismo.

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Tal y como dijo Jens Bogren, conocido productor sueco y el cual ha mezclado ambos trabajos de la banda, el álbum debut de Nami fue el mejor tesoro escondido de 2011. Dos años después, los andorranos publican The Eternal Light of the Unconscious Mind, que si bien este ya no ha pasado tan desapercibido, sigue siendo un buen tesoro. Cualquiera que escuchara en su momento Fragile Alingments no esperaba menos de este disco, yo personalmente solo necesité escuchar el primer adelanto de la banda, “Silent Mouth”, para saber con seguridad que no solo no nos iban a defraudar, sino que la banda había sido capaz de superarse. Y es que dicho tema, es el mejor ejemplo para entender la evolución y el gran paso que ha hecho el grupo en tan solo dos años.

Lamentablemente, el disco no está compuesto tan solo de destellos y tiene alguna que otra sombra, que llevan arrastrando desde su debut. Por el contrario, mucho de los cambios que ha sufrido la banda, han sido muy positivos y los está llevando por el buen camino. El primer aspecto a destacar es la calidad vocal del disco. Empezando por la mejora de las voces de Roger Andreu, el cual consideraba uno de los puntos más débiles del anterior álbum. En este trabajo el registro es mucho más nítido y se nota que Roger ha ganado confianza. Además le han querido dar más protagonismo a las voces que introducen Bobby y Filipe, batería y guitarra de la banda respectivamente. Y el juego que dan las tres voces es posiblemente lo que más me ha cautivado deThe Light of the Unconscious Mind.

Otro de los atractivos de este álbum, ha sido la dirección que han tomado musicalmente. Si bien Fragile Alingments estuvo muy orientado a un death metal melódico y progresivo, con claras influencias de Opeth, el parecido era demasiado notorio. En esta ocasión, además de alejarse algo de ese sonido y acercarlo a uno más propio de bandas como Isis The Ocean, han mezclado varios estilos distintos dándoles su toque personal y haciendo su trabajo mucho más apetecible. Otra de las ganancias ha sido darle más importancia a las atmósferas y no crear temas que eran claramente dirigidos por las guitarras, añadiendo varios pasajes con teclados.

Las joyas de la corona del álbum son, sin lugar a duda, “The Beholders”, la ya mencionada “Silent Mouth” y el tema que cierra el redondo, “The Dream Eater”. Personalmente la que más llamó mi atención fue sin duda el corte que abre el disco. “The Beholders” me parece la canción que más dista de su álbum debut y también una de las más longevas de The Eternal Light of the Unconscious Mind, creando un tema bastante complejo, que acapara tanto matices agresivos como momentos más tranquilos. Cuenta con las colaboraciones vocales de Marc Martin de Persefone, otra de las bandas estelares del Principado. “Silent Mouth” también cuenta con otra colaboración, en este caso del cantante de The Ocean, Loïc Rosetti, ocupándose de una de las mejores partes vocales del tema. Aun siendo una muy buena colaboración, a mí me gustaría destacar la parte rítmica de esta canción, especialmente en la batería hacia el final del tema. En definitiva, “Silent Mouth” es el tema en mayúsculas de Nami. La otra a destacar es el cierre del álbum, 9 minutos y medio de puro éxtasis, solazo a cargo de Carlos Lozano de Persefone incluído. Creo que no se habría podido realizar un mejor final para el álbum.

El mayor “contra” que tiene el segundo larga duración de los andorranos, es posiblemente la estructura que ha tomado el disco. Empieza demasiado bien y se podría decir que hasta termina mejor, pero la parte central es bastante floja en comparación al resto del disco, sobre todo al inicio. Ojo, no estoy diciendo que “Hunter’s Domancy”, “The Animal and the Golden Throne” y “Bless of Faintness” sean temas mediocres, ni mucho menos. De los dos citados en primer lugar hay que destacar los registros vocales y la parte rítmica, y este último las voces melódicas de Roger. Pero salvo estos puntos fuertes, el resto de temas se quedan deslucidos ante el brillo de sus compañeros de repertorio. Y claro, están los tres seguidos, uno detrás de otro, haciendo que la dinámica del álbum pierda el ritmo. Pasas de una exquisitez como es “Silent Mouth” y nada te parece suficiente. La remontada sigue de la mano de “Hope in Faintness”, que es también muy lenta y melódica, pero Roger hace un muy buen trabajo en las voces y consigue brillar algo más que sus predecesoras, llegando a ser uno de mis cortes favoritos del álbum, especialmente su última parte. El penúltimo tema tampoco se queda corto. “Crimson Sky” es esa canción que te gustaría presenciar en la intimidad, con mucho silencio y solo prestar atención a la guitarra.

Pese a lo que acabo de comentar, (¿qué son 13 minutos en comparación a algo más de media hora?) la calidad que desprende el disco es indudable. Han creado una obra difícil de catalogar y que encanta a oídos de los más dispares entre sí. The Eternal Light of the Unconscious Mind ha sido capaz de abrir las puertas que Fragile Alingments estuvo a punto de conseguir y ahora ya sólo les queda ir cuesta arriba.

 

Nami son:

Roger Andreu: Voz
Iván Marin: Guitarra
Filipe Maldaia: Guitarra, voces
Ricard Tolosa: Bajo
Sergi “Bobby” Verdaguer: Batería, voces

 

Tracklist:

01. The Beholders
02. Ariadna
03. Silent Mouth
04. Hunter’s Dormancy
05. The Animal and the Golden Throne
06. Bless of Faintness
07. Hope in Faintness
08. Crimson Sky
09. The Dream Eater

 

Nota: 9/10

Review realizada por Xell